La Gaceta

El regreso de Melchor Marín

Nueva entrega de la saga de Terra Alta

FLAVIO MOGETTA

EL CASTILLO DE BARBAZUL

JAVIER CERCAS (Tusquets – Buenos Aires)

En El castillo de Barbazul, Melchor Marín regresa para poner fin a la trilogía policial que lo tiene como protagonista. El tiempo y unas cuantas cosas importantes han pasado desde la última vez que lo vimos en acción resolviendo un caso de ciberextorsión que tenía como víctima a la alcaldesa de Barcelona. En Independencia, la novela que da cuenta de ese episodio, Marín no solo logra resolver el caso sino que al hacerlo también logra dar con los asesinos de su madre, prostituta, y vengarla aplicando la ley de Talión.

Javier Cercas logra que cada capítulo de la trilogía pueda leerse como un todo pero también de manera independiente, ya que cada novela puede leerse por separado y aun así entender de qué se trata, porque en cada envío recapitula lo sucedido antes en la vida de Marín pero sin aburrir a aquellos que ya conocen lo que sucedió.

El tiempo pasó. Cercas ubica la acción en el año 2035, diez años han pasado de nuestro último encuentro con Melchor Marín, quien finalmente logró cumplir con su deseo que desliza al final de Independencia: ya no es policía, ha abandonado la fuerza para transformarse en el bibliotecario de Terra Alta. Otra marca temporal es que su amada y sobreprotegida hija, Cosette, ahora una adolescente próxima a terminar la secundaria, se ha rebelado contra su padre. En su rebeldía no solo pesa lo propio del momento de la vida que transita, sino el hecho de que la joven descubre que vivió toda su vida engañada por su padre. Ve en él a un embustero; lo desconoce por completo luego de enterarse que Melchor le ocultó todo el tiempo que su madre había sido asesinada como represalia hacia él por una investigación que estaba llevando adelante -no en un accidente automovilístico como él le había contado-. Enojada, Cosette emprende un viaje junto con una amiga hacia Mallorca, por primera vez sin su padre. El mundo de Marín se desmorona cuando días más tarde ve regresar a Elisa, la amiga de su hija, sola.

Cosette desaparece sin dejar rastros. Desesperado, comienza a preguntarse qué hacer y a tocar a todos sus viejos compañeros de la fuerza. Melchor ya ha perdido a su madre y a su esposa, ambas asesinadas, y lo aterra que el destino de su hija sea el mismo. Es en ese punto que la trama adquiere el pulso del policial y el policía devenido en bibliotecario se enfrentará

POR JAVIER CERCAS

El primer recuerdo que Cosette conservaba de su padre era muy vívido: estaba hundida en una sillita anatómica infantil, en el asiento trasero de un coche, y, frente a ella, al volante, él le anunciaba que su madre había muerto. Se disponían a salir de la Terra Alta y su padre ni siquiera la miraba por el espejo retrovisor, sólo miraba hacia sus adentros o hacia delante, hacia aquella cinta de asfalto que los alejaba en dirección a Barcelona. Luego su padre intentaba explicarle qué significaba lo que había dicho, hasta que ella entendía que no iba a volver a ver a su madre y que, a partir de aquel momento, estaban solos y deberían valerse por sí mismos. A este primer recuerdo asociaba otros dos, ambos igualmente vívidos, ambos teñidos de un barniz amenazante. En el primero su padre aparecía junto a Vivales, el picapleitos que había sido lo más cercano a un padre que su padre conoció. Este recuerdo transcurría inmediatamente después del anterior, en una cafetería desolada y con grandes ventanales, un lugar que muchos años más tarde identificaría como el área de servicio de El Mèdol, en la autopista del Mediterráneo. Su padre y Vivales hablaban mientras ella subía y bajaba por un tobogán, en una zona de juegos para niños (intuía que los dos hombres hablaban de ella, de ella y de su madre muerta); luego su padre regresaba a la Terra Alta y ella se marchaba a Barcelona con Vivales. Su tercer recuerdo era de Barcelona, y en él también aparecía Vivales pero su padre desaparecía o sólo aparecía al final, después de que ella pasase varios días en casa del abogado, acompañada por este y por Manel Puig y Chicho Campà, sus dos íntimos amigos, que no la dejaban ni a sol ni a sombra, como si un peligro inconcreto se cerniera sobre ella y aquel trío estrafalario de antiguos compañeros de mili se hubiera arrogado la misión de defenderla, hasta que un amanecer reaparecía su padre y, como un paladín cubierto de una armadura resplandeciente, ahuyentaba el peligro y se la llevaba de regreso a la Terra Alta.

Javier Cercas nació en Ibahernando, Cáceres, en 1962. Su obra incluye las novelas El móvil, El inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante, Las leyes de la frontera, El impostor, El monarca de las sombras, Terra alta, Independencia y El castillo de Barbazul. Sus libros han sido traducidos a más de 30 idiomas y obtenido los galardones más prestigiosos, entre muchos otros el Premio Nacional en España, el Foreign Fiction Prize en Reino Unido, el Mondello en Italia, el Malraux en Francia, el Taofen en China o el Premio a la Mejor Novela Europea que otorga el Parlamento Europeo.

no solo a la desaparición de su hija sino a la burocracia estatal que conlleva la búsqueda.

Una vez más las citas literarias dentro de la novela se multiplican y aparecerán referencias deportivas ya que el autor proyecta e imagina una final de Champions entre Real Madrid y Barcelona, y asistimos nuevamente al juego literario en el que Cercas desdibuja los distintos planos entre ficción y realidad. Al igual que en las entregas anteriores, el autor vuelve

a referir que los personajes que rodean a Marín en la historia han leído Terra Alta e Independencia, las dos novelas que Javier Cercas (como personaje de ficción) ha escrito y que tienen como protagonista a Marín: “Melchor se asoma al ventanal y se queda unos segundos contemplando el centelleo del sol en los remolinos del río y en las fachadas de la ribera opuesta. Más tarde curiosea entre las estanterías, donde sólo descubre un par de novelas: Terra * Fragmento.

Alta e Independencia, de Javier Cercas”. Y ese juego de multiplicación de efectos y de imágenes, cual cuarto de espejos, se intensifica cuando al comienzo de cada capítulo de la novela encontramos (en letra cursiva) la voz de otro narrador que -a modo de flashback- nos suma información que los personajes y nosotros no conocemos, y en esa voz creemos reconocer al Cercas de ficción, quien escribe El castillo de Barbazul mientras lo vamos leyendo.

Una vez más Melchor Marín se enfrenta a una sociedad en descomposición donde los poderosos cuentan con piedra libre y protección política y policial para hacer lo que desean. En ese contexto: ¿existe la justicia?, ¿hay una sola justicia posible? O ¿solo resta la venganza? Con El castillo de Barbazul Javier Cercas pone fin a la trilogía de Marín aunque con cierta prudencia o con descuido olvida cerrar la puerta con llave.

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LITERARIA

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2022-05-22T07:00:00.0000000Z

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