La Gaceta

Una joya de Raymond Carver

Recientemente se editó en el país quienes quieran conocerlo. Carver escribió éste, su poema poeta Tess Gallagher, en su libro póstumo, El castillo de Barbazul Terra Alta, una edición imperdible no sólo para admiradores del gran escritor norteamericano sin

Por Alejandro Duchini

ÚCorregir es un trabajo en extremo minucioso, de modo que lo mejor es escribir sin ponerse límites, recomienda la autora Eugenia Almeida. ltimo fragmento es una despedida. Casi como la mayoría de los poemas que escribió en seis meses. Está incluido en el genial Todos nosotros - poesía completa que la editorial Anagrama publicó en edición bilingüe. Son 600 páginas a puro Carver con un prólogo hermoso de Gallagher, la mujer que lo acompañó hasta el final. “Aquellos días yo era muy consciente de ser la única lectora de sus poemas”, nos cuenta en su texto, de 1996. La edición en español contiene un maravilloso texto de su traductor, Jaime Priede. “Este libro merece ser leído como un monumental testimonio, honesto y agradecido, del paso por este mundo”, escribe.

Reencuentro

Esta obra completa es, para quienes lo admiramos, una forma de reencuentro si se tiene en cuenta que no abundaron textos nuevos o inéditos en español más allá de los títulos tradicionales, también de Anagrama, que aparecieron en los 90. Tres rosas amarillas, De qué hablamos cuando hablamos de amor, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? y Catedral. Recién en 2016 se publicó Raymond Carver - Todos los cuentos (Anagrama Compendium), en el que se agregó Si me necesitas, llámame. Hay además otros libros, como Relatos, que incluye su imperdible Vida de mi padre. Pero Todos nosotros nos reencuentra con el Carver poeta. Incluye Fuegos (1983), Donde el agua se junta con otras aguas (1985), Utramar (1986), Un sendero nuevo a la cascada (1989) y Sin heroísmos, por favor (1991), que contiene poemas publicados en revistas literarias.

En la página 592 aparece el poema Lo que dijo el médico. Empieza desde entonces una mirada más melancólica de lo habitual ante la inminente despedida. “Hace unos días se aclararon algunas cosas y sabemos que no tenemos esos años que suponíamos por delante”, “el tiempo nos presionaba como un torno, aplastando nuestras esperanzas de hacerle un sitio a lo eterno”. En Propina, Carver se refiere a sus últimos años en tercera persona. “No hay otra palabra. Pues eso es lo que fue. Una propina. Una propina estos diez años. Vivo, sobrio, trabajando, amando y amado por una buena mujer. Hace once años le dijeron que le quedaban seis meses de vida si seguía así (...) Una propina. Y no lo olvido”.

PARA LA GACETA – BUENOS AIRES

Javier Cercas cierra con trilogía iniciada con protagonizada por el redimido y vengativo Melchor Marín.

Raymond Carver (1939-1988) falleció en pleno reconocimiento de su carrera como narrador y poeta.

Sus cuentos lo consagraron internacionalmente como uno de los maestros del género. En Anagrama se han publicado sus seis libros de relatos. ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas y los póstumos Si me necesitas, llámame Principiantes, además de la antología Short Cuts (Vidas cruzadas).

Carver Country, que contiene textos del autor (cuentos, poemas y cartas inéditas) y fotografías de Bob Adelman.

Asimismo se ha publicado

Hay más: “Ahora, mi amor, deja que me vaya. Es hora de ponerse en camino”.

Gallagher nos cuenta en su introducción que la mayoría de los poemas de Todos nosotros fueron escritos entre 1983 y 1985. 200 poemas en ese período calificado como “fases muy productivas”. Si

ya Carver se le suele denominar “el Chéjov americano”, en estos textos se ratifica por qué. A su admirado escritor ruso lo aduce hasta incluir algunos de sus escritos. Lo que nos recuerda el monumental cuento que Carver escribió en su memoria, Tres rosas amarillas.

¿Cómo no escribir desde la melancolía cuando se ha crecido en un ambiente hostil? Si bien Carver refirió a su infancia difícil, tal vez nunca lo haya hecho como en Los tirantes, en el que describe la caótica vida en una casa-trailer, mientras su mamá le impartía órdenes a la la vez que recriminaba a su marido por su adicción al whisky. Ese mismo maridopadre que lo único que quiere es un poco de paz y la pide a los gritos, desde su cama, mientras espera dormirse para a la mañana siguiente irse a trabajar.

Autobiografía

Todos nosotros puede entenderse a la vez como una autobiografía. Su infancia, la influencia de su padre, el alcohol, la adicción a la Coca-Cola, la falta de empleo, las relaciones que se terminan, los hijos, los amigos, los escritores, la escritura y la muerte. “Papá, te quiero, pero ¿qué puedo agradecerte, yo que tampoco sé tolerar el alcohol (...)?”, recuerda al padre, al que volveré unas cuantas veces. Aludirá a algunos de sus colegas, como el gran Charles Bukowski (en No sabés lo que es el amor), el japonés Haruki Murakami (El proyectil), su declarado admirador, y su amigo Richard Ford (Viento).

“Me flota la cabeza”, se expresa a la vez que refiere a su particular estado de ánimo al escribir cosas como “todo cae en el olvido, casi todo, y más temprano que tarde, bendito sea Dios. Padres, amigos, todos pasan por tu vida y salen de ella, unas cuantas mujeres se quedan un rato, luego se van”.

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LITERARIA

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2022-05-22T07:00:00.0000000Z

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