Fue el doctor Jesús Amenábar hijo de una familia tucumana ilustre. Su padre, el honorable médico cirujano Alfredo Amenábar, salvó la vida a decenas de pacientes. Fueron seis hermanos, todos profesionales. Amaban la medicina. Defensor incansable de los derechos de los trabajadores de la salud, vehemente y valiente, asumió su liderazgo desde ese sector; fue muy querido entre sus semejantes, fue un hombre de nobles sentimientos, íntegro y sentidas convicciones, amigo de sus colegas, consejero de sus alumnos. También amaba la música y la natación. El virus de la Covid 19 le arrebató su vida inesperadamente a los 64 años, hace más de un año. El doctor Amenábar nos dejó físicamente pero su memoria permanecerá por varias generaciones, como un hombre de entrega hacia sus pacientes. Todo esto quedó demostrado en las exequias, cuando fue sacado su ataúd del hospital Centro de Salud Zenón Santillán, donde falleció, y decenas de personas vitoreaban en su nombre, mientras decenas de autos seguían en su cortejo fúnebre. Descanse en paz, doctor Amenábar, que Dios le depare en el cielo un lugar predilecto. Vaya mi recordatorio en este Día del Médico.

Artemia Gómez Blas Parera 425 San Miguel de Tucumán