La escalada en el precio de los medicamentos en nuestro país, supera lo escandaloso. Y atenta ya no contra la calidad de vida, sino contra la vida misma. La salud, que es una de las principales necesidades de los seres humanos, es pisoteada con total desprecio por los productores y vendedores de sus productos medicinales. Y la compasión y la caridad con los que sufren, brillan por su ausencia. Al modo de los antiguos habitantes de nuestro país, la población está recurriendo a la cura de enfermedades a través de yuyos, pero no recetados por el homeópata, porque también son caros, sino por las prescripciones de los vecinos. O los que gobiernan, no leyeron la Constitución Nacional, o no la entienden, o les importo un corno sus directivas. Los hechos de “afianzar la justicia”, “consolidad la paz interior” y promover el bienestar general” está direccionado no solamente a meter presos a los delincuentes, sino también, a equilibrar las finanzas evitando que la miseria en la que se vive siga avanzando y siga estragando a los ciudadanos que se ganan la vida trabajando. Hoy, conviene más especular apostando a los medicamentos, que a la suba del dólar. Y apostar a la muerte antes que a la vida; porque entre enfermarse y no tener recursos para enfrentar las enfermedades, o morirse y dejarles cuentas escalofriantes en la farmacia a los deudos, no se sabe que es peor. Irónicamente, a los deudos de los difuntos, les pesa más la deuda que queda presente en la farmacia, que el dolor que les pesa en el alma por la ausencia del finado.

Daniel Chavez chavezdaniel04@gmail.com