La Gaceta

Con un dispositivo de bajo costo ayudó a un niño a ver el pizarrón

El pequeño va a segundo grado y no le sirve usar anteojos. Mientras espera su cirugía, el retorno a la presencialidad escolar generó un desafío. Un ingeniero al que le encanta inventar encontró una alternativa

CLAUDIA NICOLINI

Esta es la historia de Tiziano Bartolucci (que tiene siete años y va a segundo grado), de su familia y del ingeniero Gustavo Jiménez. Tiziano tiene una condición genética que le provoca dificultades visuales -especialmente, a la distancia-, condición que no puede solucionarse con anteojos. Y como este no es un relato policial les vamos a contar el final: Gustavo, que cual Quijote anda por el mundo desfaciendo entuertos, construyó un dispositivo que le permite a Tiziano incorporase a la presencialidad escolar y trabajar en el aula sin peregrinar de ida y de vuelta al pizarrón para copiar su tarea.

“Lo que tiene Tiziano se llama subluxación de cristalino, y consiste en que los soportes que sostienen el cristalino (la lente interna de nuestros ojos) en lugar de ser flexible, es rígida”, explica su mamá, Paula Pérez. Es algo con lo que también vivieron su papá, su abuelo y su tío, su bisabuelo... Esa rigidez hace que cuando el niño (y sus ojos) crecen, los soportes no se estiran; en algún momento, se rompen, y el cristalino literalmente se cae, dentro del ojo.

“Sabíamos que es una condición que generalmente los varones transmiten a sus hijos varones, por eso a Tiziano se lo controlaba con frecuencia...”, agrega Paula. Le ocurrió a los 4 años (no así a su hermano varón mayor, que no heredó la condición); hasta entonces había tenido visión normal.

“Como te dije, el problema no se resuelve con anteojos; la única solución es operar y colocar un cristalino artificial dentro del ojo. Es un enorme adelanto (antes, en el mejor de los casos, se colocaba una lente por fuera); pero hay que hacer a cirugía... Tuvimos todo listo varias veces, y todas las veces nos la postergaron”, agrega Paula, con un dejo de frustración.

La escuela

Ese fue el disparador de esta historia: Tiziano, a los lejos, sólo tiene un 20 % de visión. “Está cursando 2° grado -cuenta su mamá-. El año pasado, con la pandemia, tuvo todas sus clases en la computadora; y la pantalla ‘le quedaba cerca...’”.

Pero la pandemia (al menos por ahora) aflojó, los chicos volvieron a las escuelas y para Tiziano copiar del pizarrón las tareas se volvió, literalmente, todo un viaje. “Se levantaba, leía, memorizaba, volvía a su lugar y escribía”, cuenta Paula.

Con ese trajín, en un momento Tiziano reconoció que prefería la virtualidad. “‘Me es más fácil, mamá’, decía”, añade Paula y con restos del pesar que sintió en ese momento, cuenta que se preocupó: acababan de sufrir una nueva postergación (la cirugía se hará en Colombia); y aunque para solucionar el problema Tiziano había ido desarrollando otras habilidades (mucha memoria y capacidad de deducción, por ejemplo), llegaba un momento en que, por cansancio, se desconcentraba.

Solución a la tucumana

Pero las redes sociales -y no sólo las virtuales- tienen mucho poder. Y esta solución, hasta que llegue la cirugía, tiene las ventajas de la virtualidad y le permite mantener las de la presencialidad: Tiziano recuperó la interacción social con sus compañeros.

“Por amigos de amigos de amigos me llegó esta historia, y Paula se puso en contacto conmigo -cuenta Gustavo, a quien hace muy feliz saber que soluciona problemas-. Con tecnología accesible y tutoriales de you tube armé un dispositivo muy simple”.

Gustavo compaginó una minicomputadora con una cámara, y se las ingenió para “sujetarlas” (con imanes) al pupitre. “La computadora es una Raspberry Pi, del tamaño de una tarjeta de crédito, que cuesta mucho menos que un celular. La cámara capta la imagen del pizarrón y la Raspberry, por wifi, la manda a un dispositivo móvil, que puede ser una tablet o un teléfono con pantalla grande”, describe... y hasta parece fácil.

Configuró la “minicompu” para que con sólo apretar un botón se conecte al wifi y transmita la imagen; y garantiza la energía con un cargador portátil. “Se resolvió todo por $18.000 -agrega Gustavo-. Ser curioso, aprender y probar, probar, probar... ese es mi superpoder”.

Adaptación

Estas últimas semanas, debutó el pizarrón electrónico de Tiziano, y el “cómo” es bastante simple: la “seño” guarda la cámara en el grado; y el “peque” lleva y trae el resto en su cartuchera.

Claro que también surgieron nuevo desafíos. Por un lado, hubo que hacer ajustes de distancias, configuraciones, ubicación... Pero además él debió comprender y acepar los beneficios e incorporar nuevas conductas

“Se había acostumbrado a ir y venir al pizarrón; y sus compañeros, también -cuenta Paula-; siempre fueron muy atentos. Pero ahora -los primeros días- volvió a ser foco de mucha atención...”.

Además de lápices, carpetas y gomas, Tiziano sacaba “cosa raras” de su mochila. Se sintió muy observado y no le hizo bien. “Me di cuenta de su malestar, y le propuse que probara una semana; si seguía sintiéndose así, dábamos marcha atrás -cuenta Paula-. Aceptó el desafío... y ahora, también su “pizarrón personalizado”.

“Esperamos que la próxima cirugía, prevista para el 11 de octubre, no se cancele -agrega contenta-. Pero mientras tanto, Tiziano puede disfrutar del colegio... y nosotros sabemos que si vuelve a pasar algo, ya tenemos un modo de esperar con menos angustia”.

Tanto Paula como Gustavo piensan más allá: “no somos expertos en el tema pero se nos ocurre que dispositivos así pueden ser buenas herramientas en el aula. No muchos chicos tienen una condición como la de Tiziano; pero quizás pueda ayudar a i a los que tienen problemas de concentración y atención, como chicos con TEA, por ejemplo”, se permite soñar Paula, con los resultados de su hijo en la mano.

TU SOCIEDAD

es-ar

2021-09-22T07:00:00.0000000Z

2021-09-22T07:00:00.0000000Z

http://e-edition.lagaceta.com.ar/article/281870121581275

Diario La Gaceta