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“Si no se controla el impulso agresivo, se debe consultar a un profesional”

Martín Alomo es psicólogo y publicó decenas de libros sobre diferentes patologías como la esquizofrenia y psicoanálisis en general. En su último texto, Vivir mejor (Editorial Planeta) propone algunos tips que constituyen un desafío cotidiano para mejorar la vida cotidiana en el trabajo, en el amor y con los hijos.

A partir de los sucedido en las calles tucumanas luego de que el juez de familia Orlando Velio Stoyanoff Isas agrediera a un motociclista, el especialista destacó: “No quiero detenerme en el caso puntual, pero puedo hay un rasgo que llaman la atención de la situación que es la situación de asimetría. Por un lugar, un señor, un juez que manejaba un auto de mayor porte y, por otro lado, un motociclista trabajador, un cadete. Hay un condimento en esa situación que es el ejercicio de la violencia que se produce en una situación de asimetría. Desde lo ético y moral, es un agravante fuerte porque el más grande le pega al más débil”, analiza y expone: “cuando se goza el poder desde la asimetría hay abuso de poder”.

- ¿Somos violentos los seres humanos?

- Existe una violencia constitutiva que ya la planteaba Sigmund Freud en la segunda década del siglo pasado. Allí, en sus textos “sociológicos” -que en realidad son psicológicos sobre problemáticas sociales- planteaba que la civilización es una especie de cosmética donde los impulsos más violentos como la hostilidad franca y la cuestión sexual cuando no es consentida son sofocados para que exista cultura o civilización. A veces, esto emerge y aparecen estas cuestiones puntuales. Mi mirada como psicoanalista al respecto es que me parece raro que estas cuestiones no sean más frecuentes. Es decir, me parece que somos bastante civilizados para mantener a raya esos impulsos porque estamos conviviendo, dentro de todo, de un modo más o menos respetable y pacífico.

- ¿Cómo aprender a manejar estas las emociones extremas?

- Yo diría que es importante hacer una consulta con los profesionales de la salud mental. Estamos trabajando con protocolo si es presencial y si no por zoom o llamada. Pero es importante que quien observa que no puede solo, si siente que no puede controlar el impulso de ser agresivo con quien tiene al lado, creo que ahí se impone la necesidad de hacer una consulta a un profesional. A veces solo no se puede. Entre el año pasado y este vimos mucha gente que dejó el consultorio o no se atendió. Por el motivo que sea. Mis colegas y yo observamos que hay mucha gente que, en cuanto a la salud mental, no está en tratamiento y es necesario que lo haga.

- ¿La pandemia influye en el comportamiento?

- Este contexto extraordinario pandémico que estamos viviendo es otra catástrofe humanitaria a nivel global. Ningún contemporáneo ha vivido nada parecido porque lo más cercano fue hace 100 años con la gripe española pero el contexto global actual es diferente. Es un escenario inédito y, en este contexto, sin justificar ningún accionar, hay muchos factores que influyen en la condición de vivir en sociedad que ya es sofocante porque decimos que hay ciertos impulsos que hay que aplacar. Habitar

en una sociedad es sofocar esos impulsos de manera cotidiana y eficiente para no matar al otro cuando nos enojamos o no violar porque se nos antoja. Uno vive dentro de esos parámetros en la sociedad. Pero la pandemia trae agobio y presión que nos hace sentir, por un lado, el temor al contagio de uno y de los seres queridos. Y, por otro, los efectos que traen las medidas sanitarias de mitigación como el aislamiento y el distanciamiento. Ellos producen efectos adversos como el consumo desmedido de comida, alcohol o sustancias, insomnio, depresión, entre otras cuestiones. Todo eso hace que los ánimos “estén caldeados” como se dice. Tal vez, el umbral que controla nuestros impulsos, por todo esto que mencionamos, sea más bajo.

- ¿Por qué cree que el espacio público es en donde mayormente suceden estos hechos de agresión?

- Hace algunas décadas atrás se hicieron una serie de trabajos en donde se planteaba a lo público como el lugar de desecho, de la basura de lo privado. Esto se condice con el hecho de que hay que ser todo el tiempo agradable y políticamente correcto en casa y muchos parecían ser “desastrosos” u hostiles en la vía pública. Esto se observa en las ciudades en conductas pequeñas. Por ejemplo en Capital, en algunas zonas, las personas pasean a sus mascotas y levantan la suciedad que genera el perro en la calle. Pero en otros lugares no, la mugre esa queda afuera, en el espacio público. Es para reflexionar y pensar: ¿qué hacemos con la cosa pública? ¿Qué hacemos los individuos con el espacio que es de todos?

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2021-06-20T07:00:00.0000000Z

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

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